El súper-dólar y el eterno retorno argentino

EL SÚPER-DÓLAR Y EL ETERNO RETORNO ARGENTINO
Comentarios económicos sobre la situación argentina
“El valor de nuestra moneda, está sin duda, perfectamente asegurado, y nadie tiene que temer por la evolución futura de la paridad cambiaria. El peso, que a partir del 1° de enero valdrá igual que el dólar, es una moneda destinada a perdurar con ese valor por muchos años, me atrevo a decir, por décadas”. Así anunciaba el ministro de economía Domingo Cavallo el plan de convertibilidad el 06/04/1991.
Cuando estudiamos la historia política o económica de Argentina, podemos notar un sinfín de problemáticas que perduran a través de los años y atraviesan a -casi- todos los gobiernos, sea cual sea su orientación política y su modelo de país predilecto. Dos de estas problemáticas, son la inflación y el tipo de cambio, que en muchos casos se encuentran relacionadas.
En la teoría económica podemos encontrar varias soluciones y formas de tratamiento al dólar. ¿Pero alguna de estas pueden llegar a funcionar en Argentina de forma eficiente?. Eso intentaré responder de forma breve en este artículo.

El fracaso del Tipo de Cambio Fijo

La primera “solución” posible a analizar va a ser el tipo de cambio fijo. Como ya sabemos, en la década de los 90´ esta fue opción elegida para terminar con la hiperinflación que se produjo al final del gobierno radical de Raúl Alfonsín.  La inflación en poco tiempo bajó a valores mínimos dentro de los últimos 70 años, por lo cual al menos en ese aspecto fue realmente efectiva, pero ¿por qué fracasó?. Uno de los grandes problemas de dicho tipo de cambio, es que el Banco Central de la República Argentina ante un aumento de la demanda de dólares tiene que salir a vender estos rápidamente para que su valor se mantenga estable, por lo cual puede generarse una gran pérdida de reservas en muy poco tiempo. El efecto tequila que se produjo en México durante 1995 generó en nuestro país una gran salida de dólares e inversiones, por lo cual el Banco Central sufrió una reducción importante de sus reservas. Otro problema se produce cuando el gobierno tiene una política fiscal deficitaria, y ante la imposibilidad de la emisión monetaria, tiene que financiarse mediante el endeudamiento externo, generando problemas futuros.
Respecto a los efectos del tipo de cambio fijo sobre la producción nacional, podemos decir que tiene sus ventajas y desventajas. Al tener el valor del peso fijo al dólar, la importación de bienes se hace relativamente más barata, por lo cual las grandes industrias, el campo y servicios públicos, entre otros, pueden modernizarse y volverse más competitivos con productos de mejor calidad. Pero como contracara, la producción nacional se vuelve más cara en relación con el resto del mundo, por lo cual esto puede generar una reducción en las exportaciones, provocando un déficit comercial (Importaciones mayores a las exportaciones) y una pérdida en las reservas de moneda extranjera en el país. 
Este modelo en Argentina ya fracasó, y fue una de las causas de la mayor crisis económica de nuestra historia.

La inutilidad del Tipo de Cambio Flexible y/o Flotante

Si no tuviéramos inflación otra sería la historia, y probablemente estas opciones serían efectivas, ya que al no interferir (o interviniendo en casos excepcionales) en el precio del dólar, las reservas nacionales podrían mantenerse elevadas sin riesgo de una gran fuga de dólares como vimos anteriormente durante el efecto tequila. Pero como hoy la inflación es una realidad en nuestro país, liberar el precio del dólar también terminaría siendo un fracaso y acabaría por generar una crisis política y económica. ¿Por qué?.
En la economía es muy importante tener en cuenta las expectativas a futuro de los ciudadanos afectados por las políticas que se puedan aplicar. Por lo cual, en una economía históricamente inflacionaria como la que nos acontece, el dólar no debe ser tratado únicamente como tipo de cambio, sino también como un bien de capital (ya que se usa como forma de ahorro y mantenimiento de capital), al liberarlo (siendo las expectativas de los ciudadanos que el valor del dólar suba) la demanda de este aumenta, generando (al contrario que el resto de bienes) un aumento en el precio. Este aumento de precio a su vez genera un aumento de la demanda, provocando una espiral devaluativa que a su vez, genera un aumento de la inflación al verse afectados los costos de producción y expectativas de suba de precios a futuro. Claramente el tope sería cuando ya no quede excedente de pesos para comprar dólares, o cuando el país se encuentre frente a otra gran crisis económica. 

Conclusión 

Se preguntarán, sabiendo que hoy en día la política cambiaria en nuestro país parece ser inútil, entonces ¿cuál es la solución?. Antes de intentar solucionar nuestros problemas de política cambiaria, tenemos que solucionar la inflación mediante política monetaria, y recién en ese momento podremos pensar en mantener un tipo de cambio flexible o flotante (ya que este se vuelve ineficaz por la existencia de inflación).
  Si la inflación es baja, una liberación del dólar no generaría un aumento de la demanda de este, ya que las expectativas de que haya un aumento de precios son bajas. 
Ahora la pregunta es cómo bajar la inflación, esto sólo se va a lograr si tenemos gobiernos responsables que mantengan un equilibrio fiscal, y no se vean obligados a emitir pesos o a cubrir gastos mediante el endeudamiento. Ya que la emisión puede generar un aumento acelerado de la demanda que supere a la velocidad de aumento de producción y/o capitalización, provocando un aumento generalizado de los precios. Y el endeudamiento sin capitalización de deuda, como vimos repetidamente en nuestro país termina generando problemas futuros a la hora de pagar. 
Mientras se trabaja en la baja de la inflación, el dólar tiene que mantener un precio competitivo (subiendo su precio junto a la inflación) para no generar una pérdida de competitividad de los productos exportables argentinos, pero tampoco generar una suba exagerada del precio que dispare la suba de costos de producción ni el aumento de la demanda del dólar.

Cuando logremos bajar la inflación, tengamos una moneda fuerte, y el tipo de cambio no sea un debate diario entre políticos y economistas nacionales, vamos a poder pensar en un modelo de desarrollo económico a largo plazo, manteniendo criterios racionales para no volver a la montaña rusa económica que vivimos hace décadas. 

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